El abuelito Ramón con Zenobia malita

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Llueve, llueve mucho y Zenobia está malita.
Las flores se deslizaban sobre la superficie del agua como un sutil velo blanco, poco a poco las partículas suspendidas se habían ido filtrando hacia el suelo.
Las telarañas y las hojas están mojadas y los ojos de los pájaros destellan miles de luces. Zenobia tiene miedo de las tormentas eléctricas, y su papi no quiere que hable con su abuelito Ramón del diablo ni de los pactos con el diablo que provocan estos días oscuros.
Somos polvo de estrellas, miles de años de edad carbono... pero el abuelito no deja de pintar con su óleo y de contagiar a Zenobia las ganas de vivir y de ponerse bien. Prepara un chocolate calentito e intenta hacer una comida muy buena. La tormenta ha pasado y las flores del jardín destellan millones de luces y ambos observan los tallos de las plantas que germinan de nuevo en vivos colores.